
El entrenamiento visual puede ayudar a mejorar todas las habilidades visuales para mantener mayor atención y concentración en las tareas cotidianas.
La ambliopía, también conocida como ojo vago, se define como la disfunción por la cual la agudeza visual de uno de los ojos no alcanza el 100% de su capacidad sin causa aparente. Es decir, el ojo no está trabajando lo suficiente sin que haya alguna enfermedad o problema aparente y después de haber puesto la mejor corrección óptica posible.
¿Por qué el término ojo vago no es correcto? Porque el ojo no es vago. No le ocurre nada, simplemente se está produciendo una interrupción en el proceso neurológico de la visión. Vemos por tanto como, tal y como indica la optometrista Pilar Vergara, “la visión es un proceso que ocurre en el cerebro y no en el ojo.” El ojo funciona, no tiene problemas, es el recorrido que hace la visión hasta el cerebro lo que está dañado y hay que reparar a través de la terapia.
La ambliopía es una dificultad en la visión que afecta a la persona de manera integral. La agudeza visual es solo la punta del iceberg de la que derivan problemas que afectarán a toda la vida del paciente.
Entre ellos encontramos:
En niños, uso de parche en el ojo con mejor visión para intentar mejorar la agudeza visual del ojo vago. El tratamiento de estimulación visual mediante la terapia de entrenamiento mejora todas las habilidades para el aprendizaje.
Para niños, el tratamiento de elección es sin duda la terapia neurovisuocognitiva con la cual se consigue mejorar e incluso igualar las habilidades visuales de ambos ojos mediante un entrenamiento y aprendizaje visual.
El optometrista propone al paciente un tratamiento para mejorar las habilidades visuales que interfieren en su aprendizaje y trabaja en esta línea siendo también el oftalmólogo especializado el que en sus revisiones periódicas al paciente puede comprobar todas las mejoras obtenidas en el entrenamiento visual así como la salud visual del paciente.