Septiembre se acerca y con ella una de las escenas más comunes en las tardes de los hogares españoles: adolescentes haciendo los deberes con la música a todo volumen… y, como siempre, los padres preguntando, pero ¿cómo puedes estudiar con ese ruido? A primera vista, la duda tiene sentido: parece contradictorio que podamos concentrarnos mejor en una tarea haciendo dos cosas a la vez. Pero en este caso el hijo tiene razón: la ciencia está de su lado. Eso sí, no vale cualquier tipo de música.
Los ritmos repetitivos y simples no ayudan, son demasiado aburridos. Por el contrario, los caóticos y complejos, tampoco lo hacen. La clave está en encontrar el punto medio: el funk. Según los expertos, James Brown sería la mejor elección ya que su estilo no es ni muy predecible, ni muy caótico. Aunque claro, cada uno debe buscar el ritmo que más le gusta y le apetece oír.
Al escuchar música, nuestro cerebro segrega dopamina, lo que mejora nuestro humor y nos produce placer. Esto no sólo incrementa nuestra felicidad, sino que mejora nuestra concentración y, por tanto, nuestro rendimiento laboral. Así lo demostró la investigadora Teresa Lesiuk, de la Universidad de Windsor (Canadá), tras estudiar el efecto de la música en los trabajadores de una pequeña empresa. Estos terminaban sus tareas más rápido y, además, generaban ideas más originales que los que trabajaban en silencio.
La música tiene otra ventaja. En el momento en el que nos ponemos nuestros auriculares, nos protegemos del resto de distracciones. El mecanismo es sencillo. Nuestro cerebro tiene dos sistemas de atención: uno consciente, que nosotros controlamos, y uno inconsciente, que actúa por su cuenta. Este sistema inconsciente no se cierra mientras llevamos a cabo una tarea, así que hasta el ruido más ligero puede quebrar nuestra concentración: del mero tic-tac de un reloj al tecleo de una persona en el ordenador.
«La música refuerza la red neuronal por defecto, unas regiones del cerebro responsables de su actividad mientras estamos en reposo o divagando», explica el doctor Manuel Arias, Coordinador del Grupo de Humanidades de la Sociedad Española de Neurología. «Esto nos beneficia cuando pensamos o estamos en un estado de introspección».
Desde MiraDA os recordamos que, si bien es importante escuchar música para mejorar nuestra concentración, es importante hacerlo a un volumen adecuado, que no supere nunca el 60% de la capacidad de nuestro dispositivo, nunca más de 60 minutos seguidos y siempre con auriculares que envuelvan la oreja, no intrauditivos, ya que su uso perjudica notablemente nuestra audición.
Oír bien es fundamental en los procesos de aprendizaje, por eso debemos cuidar nuestra audición y acudir a revisiones periódicas. Si tenemos problemas de audición, no procesaremos bien la información y por lo tanto podremos presentar problemas de percepción, memoria, y atención. En el centro terapéutico MiraDA realizamos terapias de reeducación auditiva que trabajan sobre estas dificultades. Nuestro método actúa para combatir estos trastornos de aprendizaje y evitar así que deriven en dificultades cognitivas y conductuales. Queremos ayudarte a mejorar tu capacidad de procesar información sonora, mejorar tu concentración y, en definitiva, facilitar tu aprendizaje. No se trata de oír bien, se trata de entender lo que nos llega.