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La visión ocupa un papel fundamental en el aprendizaje de la música

Que la música es una beneficiosa para nuestro cerebro no es ninguna novedad. Hay numerosas investigaciones que lo demuestran. De hecho son muchos los centros escolares donde ya se empieza a aprender el lenguaje musical así como a tocar un instrumento a edades muy tempranas.

«Obviamente la audición es algo fundamental para tocar un instrumento, así como la coordinación de las manos, pero ¿qué pasa con la visión? Para tocar un instrumento se necesita una coordinación entre la parte visual, auditiva y motora, aunque se habla poco de la parte visual», avisa la miembro de la Sociedad Internacional de Optometría del Desarrollo y del Comportamiento (SIODEC) Pilar Vergara.

Según lamenta esta óptico-optometrista en ‘Tanta inteligencia, tan poco rendimiento’ (Aurum Volátile), es difícil encontrar estudios sobre la importancia de la visión y del aprendizaje musical y, sin embargo, son muchos los niños que, por no tener unas habilidades visuales adecuadas, aunque tengan talento musical, no han podido aprender música. «Se podría evitar fácilmente haciendo un diagnóstico correcto», asegura esta experta, que durante años ha trabajado con el equipo olímpico de tiro de España.

El problema, según advierte en una entrevista con Infosalus, es que «el 99,99% de la población cuando piensa en visión se limita al ‘veo claro o borroso’», cuando en realidad este concepto se corresponde con la ‘vista’, no con la ‘visión’. «La visión es súper compleja, va mucho más allá, y está compuesta de muchas habilidades. Además, no se puede decir si una persona tiene buena o mala visión por una revisión de la vista, porque en estos exámenes no se puede determinar cómo se mueven los ojos, por ejemplo, y si lo hace con precisión», remarca la pionera en España en el tratamiento de las alteraciones visuales por traumatismos.

Resultado de imagen de cerebro y música

Hay que tener en cuenta que, quizás detrás de ese niño que parece tan talentoso, que toca de oído pero que no es capaz de seguir una partitura, haya un problema visual sin diagnosticar, que tiene que valorar un optometrista comportamental. «La buena noticia: todas estas habilidades son entrenables y, por tanto, mejorables, haciendo un trabajo a nivel neurofuncional, de forma que las habilidades que entrenemos quedan para siempre, ¡no olvidemos que no estamos entrenando ojos, sino cerebros!», subraya.

EL CASO DE LA MÚSICA

Además, igual que pasa con el deporte, aunque todos los que lo practiquen tengan habilidades visuales comunes, después encontramos deportes muy diferentes según cada uno de ellos. «En la música encontraremos diferentes habilidades musicales según el instrumento que se toque», precisa la miembro de SIODEC.

En este contexto recuerda que la lectura de las notas musicales es gráfica, simbólica y funcionalmente diferente de la del texto escrito, y por eso hay que analizarla de forma diferente. Para poder entenderlo, Vergara enumera algunas de las habilidades comunes a todos los instrumentos:

– La agudeza musical o vista, única habilidad que todo el mundo conoce.

– Tendrán que mirar la nota musical y descifrarla. Sus ojos les tienen que decir exactamente dónde está colocada, si un espacio arriba u otro abajo.

-Atención visual sostenida, otra habilidad fundamental para poder tocar durante tiempo una pieza musical.

-Necesitan mucha precisión y un enfoque de cerca mantenido y bueno.

-Si están en una orquesta tendrán también que mirar al director de orquesta, muy rápidamente y sin perder la concentración, a la vez que a los compañeros que tengan a los lados. «Esto también lo hace la visión: hay que usar la visión llamada central y la periférica casi simultáneamente, con control, y cada una utiliza rutas neurológicas diferentes, por lo que tendrán que saber usar las dos bien», añade.

En este punto recuerda que el cambio de enfoque es fundamental, es algo que hacen continuamente y si es lento se pueden perder, al mismo tiempo que explica que la visualización y la memoria visual son habilidades también muy importantes. «Para tocar la pieza musical tienen que memorizar las siguientes notas, si no, no podrá sonar melodioso y rítmico», añade.

Por otro lado, aquí también hace referencia a la ‘anticipación visual’ ya que, según indica la óptico-optometrista, los ojos del músico son como los de algunos atletas en el sentido de que tienen que anticiparse o no pueden seguir ni dar globalidad a lo que están tocando. «Los ojos tienen que ir por delante de lo que el músico toca, esto se ve claramente en el fútbol o el tenis. Si los ojos no fueran delante, llegarían tarde a la pelota. Pues en música es similar, pero a lo que no llegan es a las notas musicales”, agrega.

EL CASO PRÁCTICO

Para entender las diferencias entre instrumentos a nivel visual, Vergara menciona el caso del piano, donde hay dos partituras, una para cada mano, y donde los movimientos oculares harán unos movimientos diferentes a los de la lectura del colegio. «Deben primero estar bien desarrollados los de lectura, para luego poder hacer otros diferentes con precisión, desarrollar en vertical y zigzag», indica.

Aquí puntualiza que el campo de la visión de los ojos será casi de frente, ligeramente abajo, donde se pone la partitura. «Una de las preguntas claves sería, ¿utilizo adecuadamente y sin esfuerzo los dos ojos a la vez en esa posición?», aclara la especialista en terapia visual.

En el caso del violín, la optometrista comportamental señala que la cabeza está inclinada, lo que hace que los ojos tengan que converger en esa posición. «¿Lo hacen adecuadamente? Sólo hay un pentagrama que seguir en horizontal, los movimientos oculares deben de ser precisos, como para leer, pero diferentes que en el piano. Muchas veces tienen que mirar la mano, otras el arco, otras la partitura, y otras al director de orquesta. Muchas veces casi todo al unísono», resalta.

Sobre la percusión sostiene que se trata de los instrumentos más visuales, donde la visión periférica que tienen que utilizar es enorme, para sus propios tambores por ejemplo, y para ver a la vez lo que hace el de al lado. «El tocar con la baqueta un poco delante, o un poco detrás, hace que cambie el sonido completamente. Tienen que tener un equilibrio entre el centro y la periferia muy importantes», sentencia la experta.

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